La inspección a plantas faenadoras de cerdo concluyó sin hallazgos críticos, manteniendo, como resultado, la habilitación europea, una de las más exigentes y estratégicas para las exportaciones chilenas y de todo el mundo.
La reciente auditoría de la Unión Europea (UE) al sistema chileno de certificación oficial incluyó la inspección a tres plantas faenadoras de cerdos (dos de Agrosuper y Comafri), junto con otras instalaciones pecuarias, como parte del proceso de supervisión del cumplimiento del paquete de exigencias higiénico-sanitarias del bloque europeo.
La revisión técnica se centró en requisitos de infraestructura, inocuidad, capacitación, trazabilidad, controles microbiológicos y parasitarios, además del cumplimiento de normas de bienestar animal en el transporte y la faena. El enfoque principal estuvo puesto en el rol del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), responsable de garantizar que el sistema nacional cumpla con los estándares exigidos por la UE.
El mercado europeo tiene una importancia estratégica para la industria porcina chilena. Además de ser uno de los destinos más exigentes desde el punto de vista técnico, su habilitación funciona como referencia para otros mercados internacionales, especialmente aquellos que reconocen plantas autorizadas por la UE. Esta habilitación, vigente desde hace más de 25 años, marcó el punto de partida del trabajo chileno en aperturas sanitarias y acuerdos comerciales.
La preparación de las plantas auditadas consideró una revisión integral de sus procedimientos internos, registros documentales y aspectos de infraestructura, junto con el apoyo de ChileCarne en la actualización normativa, levantamiento de hallazgos históricos y coordinación previa al proceso con el SAG.
El rol de la asociación en este proceso es clave. El acompañamiento permanente a las empresas es estructural para que se mantengan alineadas con los requisitos —tanto oficiales como no oficiales— que imponen los distintos mercados internacionales. Esto incluye desde normativas que afectan a la producción en granjas o fábricas de alimento animal, hasta exigencias específicas en plantas de faena o en la etapa de distribución. También implica evaluar cómo esas exigencias se ajustan a las capacidades y condiciones del sistema productivo nacional, considerar los aprendizajes de auditorías anteriores realizadas por autoridades extranjeras, y cumplir con los compromisos asumidos con cada mercado. A partir de ese análisis, se actualizan protocolos, se ajustan prácticas operativas y se desarrollan auditorías internas de preparación, lideradas por el equipo técnico.
En la reunión de cierre, realizada recientemente, no se identificaron observaciones críticas que pudieran comprometer la habilitación vigente. Si bien la UE planteó algunos puntos relacionados con procedimientos y controles del SAG, estos ya están siendo abordados antes de la entrega del informe final. El borrador será enviado en un plazo estimado de 60 días, y Chile contará con 30 días adicionales para responder. Se espera que el proceso finalice dentro de 90 días.